El Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB) establece un perfil de egreso que orienta todo el proceso formativo del estudiante a lo largo de su trayectoria escolar. Dentro de este perfil, se promueve el desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes que contribuyen a su formación integral. Uno de estos conocimientos, orientado a la competencia del área de educación religiosa, señala que “el estudiante comprende y aprecia la dimensión espiritual y religiosa en la vida de las personas y de las sociedades”, reconociendo su valor en la construcción de sentido, identidad y convivencia respetuosa en contextos diversos.
El estudiante desarrolla la capacidad de comprender que la espiritualidad y la religión son dimensiones significativas en la vida humana, tanto a nivel personal como comunitario y que influyen en la construcción de sentido, identidad, valores y formas de convivencia. Esto implica reconocer la diversidad de creencias y prácticas religiosas presentes en las sociedades, valorarlas con respeto y apertura, y entender su papel en la vida cotidiana. Al reconocer su religión y espiritualidad, el estudiante fortalece su empatía, su capacidad de diálogo y su compromiso con una convivencia basada en el respeto a la libertad de pensamiento y los derechos humanos.
Lograr el perfil de egreso requiere la integración deliberada y significativa de las competencias, estándares, así como la aplicación de estrategias, metodologías, enfoques transversales, entre otros. Además, cada nivel educativo, por las características propias de sus actores, muestra diversas formas de actuar, comprender y ver al mundo de un modo particular. Ante esto, y con la intención de promover el desarrollo del perfil de egreso y la competencia asociada al área de educación religiosa, presentamos: